jueves, 11 de octubre de 2018



Es tu presencia
la que permite
amaneceres en mis costas.

La que rompe silenciosa
piedras en el pecho
mientras se desnuda el verano
que no termina
de morir en las hojas.

Amamos juntos las olas,
juntos cruzamos
la tormenta
zurcida a nuestro manto..

El sol trasiega en tus manos
caricias que reducen
a polvo los inviernos..

En ellas atisbo los horizontes
quebrados de lágrimas
en mis espaldas,

y las fronteras prohibidas
que cosían a los párpados
la tristeza..

Los acantilados
acarician con sal
sin tormento las heridas.

Y salpican desde entonces
ante mi sombra
tus mareas..

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