jueves, 11 de octubre de 2018




Esconden estas líneas la humildad
que amasa el pan a los valientes.
 

Como arietes de franqueza
se perfilan enamoradas del dolor  
un otoño cualquiera.
 

Son necesarias para acariciar el musgo,
caen heridas las palabras sobre ceniza,
pero quieren soñar cerezos en flor
cuando duermen entregadas.
 

Duelen estas líneas y escribo la esperanza,
resisten al cierzo bruñido de latidos
que meció los bosques olvidados.

De noche

escoltan sus trazos mis sandalias.

Las declino para aceitar las bielas,
cansadas de filtrar las nubes
en vacíos lagares,
hartas de arremolinar calladas los versos
y la sal en la mirada.
 

Lindan torcidos estos renglones
con las cancelas de otros palomares,
y sangran los párpados
cuando atrapan la voz del llanto.


El roce amargo de la ortiga 
desentierra las letras
hacia donde se arrastran,
como huracanes ciegos,
las luciérnagas..

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