El amor ha guardado
su extraño destino
en mi maleta.
Perdida en cien andenes
embruja aún hoy
la hojarasca
cuando se abre
y ondea su bandera
en mis pupilas.
El amor violenta a veces
las bodegas
e inunda con lágrimas
los versos,
vigilando de lejos
la sal de las miradas
cuando pierden el rumbo
en su bahía.
Pero su semilla resucita
en tierra generosa
cada enero.
Me hace volver sobre mis pasos
que de memoria y en soledad
alimentan la tristeza.
Le oigo llegar entre olivares.
Me desnuda,
y adorna con tatuajes
mi piel para su causa..