jueves, 11 de octubre de 2018



Es tu presencia
la que permite
amaneceres en mis costas.

La que rompe silenciosa
piedras en el pecho
mientras se desnuda el verano
que no termina
de morir en las hojas.

Amamos juntos las olas,
juntos cruzamos
la tormenta
zurcida a nuestro manto..

El sol trasiega en tus manos
caricias que reducen
a polvo los inviernos..

En ellas atisbo los horizontes
quebrados de lágrimas
en mis espaldas,

y las fronteras prohibidas
que cosían a los párpados
la tristeza..

Los acantilados
acarician con sal
sin tormento las heridas.

Y salpican desde entonces
ante mi sombra
tus mareas..


Riego desiertos con mi pluma.

O eso intento cada vez que la marea
abandona los océanos
en mitad de la noche
y se anima a despertarme.

En arrabales del pensamiento
se abandera entonces
cuando las palabras caen
sobre tierra herida.

Humilde recojo sus sombras
para sembrar con anhelo y esperanza
los despojos del llanto.

De las palabras sé que a veces duelen,
como sal en la mirada.

Otras en cambio son oasis
bajo mi ventana abierta.
Me llaman.
Yo acudo enamorado
con ramos de tinta en las manos.



No sé escribir
sin que me lloren
las manos.

Me abraza una pena
Y mis dedos corren a esparcir
tinta en el paisaje.

El dolor araña,
no el mío, 
el de toda causa o 
tala de arboleda,
y empapan entonces
nubes abolladas
los márgenes.

La injusticia
me dicta renglones
que flotan inocentes
en la sangre.

No sé escribir
sin que me tiemble
la existencia.



Pido demasiado a la poesía.



Susurrando la llamo

como a una amante,

y ella a veces me derrama

generosa en los papeles.



La vida rebusco entre sus versos,

cenizas amasadas por

las manos perdidas

del amigo en la maleza,

sus abrazos,

adornar con palabras

los fracasos

incapaces de regreso..



Mi nombre esculpido

con letras de arena

sueño a su costa,

y cuando la luna

sonría tras mi marcha discreta,

lágrimas de cirros

en las huertas..



Le pido demasiado,

ella a mí tan sólo

que no deje mi pluma

olvidada

en los meandros..

IKER




Vienes al mundo
y escriben
tus manos los poemas.

Al aire agitas
los versos
con ellas.

Las semillas te han hecho hortelano
cuando miras y sonríes,

y cuando duermes
salpican ternura las estrellas

Delirio es lo que siembras

En esta casa ya sólo
espigan corazones

Cruzo una esquina,

otra más, y allá,

en mitad del ruido,

la soledad encalla 
 
en un banco de arena.

Nadie obligó a nadie,

se rozaron las almas,

eso fue todo.

Amor dicen,

pero es camino

que se pierde

y se encuentra,

para volver de la mano

a las miradas.

Amor lo llaman

pero es polvo.

Polvo que se levanta

y nos ciega,

para no ver nada más

que estrellas

en la ensalada.

Y al pisarlo,

el deseo 
deja huella..



Esconden estas líneas la humildad
que amasa el pan a los valientes.
 

Como arietes de franqueza
se perfilan enamoradas del dolor  
un otoño cualquiera.
 

Son necesarias para acariciar el musgo,
caen heridas las palabras sobre ceniza,
pero quieren soñar cerezos en flor
cuando duermen entregadas.
 

Duelen estas líneas y escribo la esperanza,
resisten al cierzo bruñido de latidos
que meció los bosques olvidados.

De noche

escoltan sus trazos mis sandalias.

Las declino para aceitar las bielas,
cansadas de filtrar las nubes
en vacíos lagares,
hartas de arremolinar calladas los versos
y la sal en la mirada.
 

Lindan torcidos estos renglones
con las cancelas de otros palomares,
y sangran los párpados
cuando atrapan la voz del llanto.


El roce amargo de la ortiga 
desentierra las letras
hacia donde se arrastran,
como huracanes ciegos,
las luciérnagas..

Mis sueños nacen
empapados
de tu sigilo
sin nombre.

En cada instante
dobla la vida
para sorber cada lluvia de tus poros.

Pero a trazos pierdo
de vista las nubes.

Se desdibujan apátridas de sol 
y añoro entonces el génesis,
cuando hervían sin fuego las esencias.

Por momentos desluce
en mis manos infantiles tu grandeza.

La ceguera del
hombre hace camino sin luna.

Es cuando meces paciente
el viento que cuartea mi entereza.

 Y alertas caricias que reducen a luz
la soledad de las tormentas.

NOVIA






Coronada serás
 
todo en uno

por un día,
 
princesa,
 
luz
 
y centro de la tierra.

Ciñe los nervios
 
bajo el vestido blanco,
 
y relame los ojos
 
que a cientos
 
posarán en ti
 
sus acuarelas.

Palpa el amor
 
a borbotones,
 
manos te faltarán
 
para abarcarlo entero
 
y de una pieza.

Cristina, mi amiga,
 
el brillo de los zafiros
 
saldrá de madrugada
 
en tu busca
.
Déjate abrazar...