La
soledad del poeta
reboca
con trazo fino
la
agonía,
un
dolor de arena
desmenuza
al hombre,
y
su pluma
derrite
la escarcha
cuando
el alma
respira
los inviernos.
Arden
abrazos
en
sus letras
sazonadas
de lágrimas.
Cuando
risa le embauca
pone
voz a la ternura.
El
poeta invita
a
los fantasmas a una fiesta,
con
sutil llamada
los
envuelve en poesía
y
revela sus naufragios.
Si
duele la vida
flechas
caen en los versos
teñidas
de nostalgia
o
de ausencia.
Pero a veces rayos de gloria
iluminan
el papel
y
ciegan la angustia.
Entonces
el amor
se
hace palabra.
Y
la pluma vuela
rumbo
al este
o
rumbo al sur,
qué más da!
qué más da!
La
pluma vuela..
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